
Este mundo da asco. No, no quiero decir otro topicazo más de los que estamos acostumbrados. De esos que luego ponen un teléfono debajo para que hagamos alarde de nuestra solidaridad rascándonos el bolsillo. O de esos que soltamos en conversaciones de listillos haciendo un balance del mundo en el que vivimos y de lo poco que hacemos. O esos en forma de reproche maternal que todas nuestras progenitoras nos han espetado alguna vez cuando la sopa se enfriaba en el plato, “y pensar que otros se mueren de hambre…”.
No, hoy no quiero palabras vacías sin pensamientos detrás que hagan de colchón. No, hoy no quiero palabras sin actos. No, hoy no quiero palabras sin recordar que verdaderamente soy insignificante. No, hoy no quiero palabras sin remordimientos. No, hoy no quiero palabras aparentes. No, hoy no quiero palabras que cuenten lo mismo de siempre. No, hoy no quiero palabras que relaten la miseria del mundo sin más. No, hoy no quiero palabras que nos ofrezcan datos vacíos sobre muertos de hambre. No, hoy no quiero historias cargadas de tragedia que tengan el único objetivo de contarlo.
No, hoy no quiero.
Y mientras, el mundo sigue dando mucho asco.
No, hoy no quiero palabras vacías sin pensamientos detrás que hagan de colchón. No, hoy no quiero palabras sin actos. No, hoy no quiero palabras sin recordar que verdaderamente soy insignificante. No, hoy no quiero palabras sin remordimientos. No, hoy no quiero palabras aparentes. No, hoy no quiero palabras que cuenten lo mismo de siempre. No, hoy no quiero palabras que relaten la miseria del mundo sin más. No, hoy no quiero palabras que nos ofrezcan datos vacíos sobre muertos de hambre. No, hoy no quiero historias cargadas de tragedia que tengan el único objetivo de contarlo.
No, hoy no quiero.
Y mientras, el mundo sigue dando mucho asco.